El mosquito es el animal más peligroso del mundo. Su tamaño es muy inversamente proporcional al daño que ocasiona. Dengue, Zika o Chikungunya son sólo algunas de las múltiples enfermedades que transmite en concreto el mosquito Aedesalbopictus, algunas de las cuales se sitúan entre las más letales del planeta.
El mosquito tigre que invade España es vector de las tres primeras. Enfermedades habitualmente propias de climas tropicales, que el cambio climático, el incremento del volumen de población en áreas urbanas y el aumento de la movilidad están trayendo a Europa, especialmente al Sur del continente.
El levante español es una de las zonas más afectadas por la presencia de este mosquito invasor que desde el año 2004 se asentó en el área urbana de Barcelona y que desde entonces hasta ahora puebla ya 15 de las 17 provincias españolas. Por si fuera poco, se ha demostrado que su reacción a los biocidas es diferente según la zona donde se aplique, además de estar generando cierta resistencia a las mismas.
Se trata por tanto sin duda un problema de salud pública importante que urge corregir. En este contexto, la Asociación Nacional de Empresas de Sanidad Ambiental (ANECPLA) apuesta por las investigaciones que se están llevando a cabo en la actualidad en distintas partes del mundo a partir de una bacteria denominada Wolbachia que, inyectada en los machos de la especie, consigue esterilizar a aquellas hembras con las que éstos se hayan apareado.
Esta técnica incide sobre el punto clave de esta especie. Y es que los mosquitos tigre se reproducen con extrema facilidad. Son los mosquitos hembra los que pican, ya que necesitan de la sangre para reproducirse, siendo los responsables directos de la transmisión del virus. Inmediatamente después de picar, las hembras depositan sus huevos en las paredes de cualquier recipiente con agua estancada. De ahí la importancia de evitar tener, tanto en casa como en los alrededores, concentraciones de agua estancada.
Una hembra de este tipo de mosquito puede llegar a poner más de 400 huevos en toda su vida, que se desarrollarán a su vez de larva a mosquito entre 7 y 10 días, siendo la vida media de un mosquito de las especies Aedes de entre 4 a 6 semanas.
“El control del mosquito tigre con Wolbachia se presenta como una técnica esperanzadora”, reconoce Milagros Fernández de Lezeta, directora general de ANECPLA, “sin embargo, precisa de un tiempo de evolución para que veamos sus efectos a medio-largo plazo”, apunta, “ya que el éxito está en la transmisión de la bacteria a futuras generaciones”.
En el año 2016 ya se puso en marcha esta técnica en ciernes en pleno corazón del Zika: Brasil y Colombia. La epidemia consiguió controlarse en Sudamérica a comienzos de 2017, pero aún es difícil evaluar si fue gracias a la implementación de esta práctica. “Del mismo modo que tampoco sabemos”, plantea Fernández de Lezeta, “cuáles son las consecuencias a largo plazo de la inoculación forzada de esta bacteria en los mosquitos. Con todo, se trata de un campo de investigación que, si bien tiene que seguir desarrollándose, viene a arrojar luz sobre el problema que supone la creciente población de esta especie en nuestro país”.