El pleno del Consejo de Seguridad Nuclear (CSN) aprobó el día 30 de octubre unas nuevas Especificaciones Técnicas de Funcionamiento para Garoña que contemplan el funcionamiento de la central hasta 60 años. Esto ha sucedido sin que hayan concluido los trabajos con los que el CSN estudiaría conceder esta prórroga
Aunque Nuclenor, propietario de la central nuclear de Santa María de Garoña (Burgos), aún no ha concluido los trabajos e inspecciones en Garoña, en la reunión del pleno del CSN que tuvo lugar el pasado 30 de octubre se aprobaron unas nuevas Especificaciones Técnicas de Funcionamiento, conocidas como ETFM (la M es por Mejoradas), que contemplan plazos de funcionamiento de la central hasta 40, 50 y 60 años. Por tanto, los técnicos del CSN se ven impelidos a realizar unos trabajos que casi con toda seguridad no servirán para nada. La presión ciudadana y el rechazo de todo el arco político, a excepción del Partido Popular, hace que resulte improbable que la central de Garoña vuelva a funcionar. Por otro lado, también se le ha permitido a Nuclenor pedir una prórroga de funcionamiento, lo que ha obligado al CSN a trabajar en el cese de explotación y en la prórroga simultáneamente.
Estas ETFMs se dedican a estudiar el comportamiento de la vasija cuando se producen valores de la presión por debajo de la atmosférica, lo que implica una depresión. Tal situación se puede dar en el llenado y vaciado del núcleo. Las ETFMs se hacen para ver el comportamiento de los materiales envejecidos tras décadas de exposición a la radiación. De hecho, en el mismo pleno se estudió el comportamiento de las vasijas de los dos reactores de Almaraz tras 32 años de funcionamiento. Almaraz es, tras Garoña, la central más vieja del Estado español.
Realizar estudios a 60 años vista, además de suponer un dispendio de recursos humanos y técnicos de los que no anda sobrado el CSN, implica dar carta de naturaleza a un funcionamiento de larga duración más allá de lo sensato.