A pesar de que las mujeres han representado un papel clave en la historia de la programación desde el siglo XIX, las mujeres son minoría en la profesión a nivel global en la nueva revolución tecnológica
A lo largo de la historia varias mujeres han marcado el desarrollo e innovación de la tecnología. Grace Murray Hopper creó el primer lenguaje complejo de ordenador. Margaret Hamilton codificó el software para que el hombre llegara a la Luna. La maestra gallega Doña Angelita ideó la primera enciclopedia mecánica hace 65 años. Mientras que la matemática británica Ada Lovelace se adelantó a su tiempo al desarrollar el primer algoritmo destinado a ser procesado por una máquina. En la actualidad, miles de mujeres siguen sus pasos en un sector totalmente dominado por hombres.
Según la UNESCO, tan solo el 3% de los graduados en carreras de tecnologías de la información y comunicación a nivel global son mujeres. ¿Qué pasa con las mujeres programadoras? En España, el 13% de los programadores son mujeres, una cifra que indica su irrelevancia en la profesión. Son cifras muy alejadas de la posición predominante de la mujer en el Reino Unido, donde representan el 54,6% del total de programadores. Y todo ello en un contexto de la cuarta revolución industrial en la que se necesitan 2,1 millones de profesionales para cubrir la demanda de empleo en ingenierías y computación, según la Comisión Europea.
Anna Stepanoff conoce bien la situación desfavorable en la que se encuentran las mujeres en el sector de la programación y desarrollo de código. Stepannof, considerada uno de los 50 líderes del sector tecnológico de Francia, según Forbes, fundó Wild Code School en Francia en 2014 y, en la actualidad, dirige 26 campus en Europa. Para ella, la ausencia de mujeres en el sector se debe a “al invisible techo de cristal y a los estereotipos” que hay que combatirlos desde la infancia: «Hay que incentivar a las chicas a que se dediquen a las ciencias y profesiones tecnológicos desde que son pequeñas. La educación es básica, tanto la que imparten las escuelas como la que transmiten los padres y madres, lo que permitiría terminar con la falta de confianza que tienen muchas mujeres para dedicarse a la tecnología”.